XXIX
Cae el cielo infinito
y en la noche
asoman los velos,
ataviados
de penumbras
y de niebla.
Ancló a mi alma,
muda y desvelada,
un abrigo de poemas.
Ancló
por mis borrosas
huellas.
Hoy tañen campanas
y las palabras,
se tallan en poemas,
mientras tú
calinas en la niebla.